Tanto la serie Aquí no hay quien viva
como su secuela La que se avecina
han evolucionado en su humor y en sus personajes, ofreciendo un retrato preciso de la transformación de la sociedad española en los últimas años. En ANHQV, los personajes son en su mayoría propietarios de sus pisos, y los conflictos suelen girar en torno al mantenimiento de la comunidad y las relaciones vecinales, mientras que en LQSA muchos de los personajes viven en alquiler, fiel reflejo de la dificultad de las generaciones más jóvenes para acceder a una vivienda propia. La situación de la vivienda en España se podría resumir haciendo un juego de palabras con las dos series: Aquí no hay quien
compre hoy, y no sabemos La que se avecina.
Un factor clave que impulsa a la locura de precios actual es el elevado número de compras realizadas como inversión, que ya representan el 37,5% del total de total de viviendas vendidas en Valencia, según señala un informe del grupo Tecnocasa. Los inversores, atraídos por los precios económicos de la ciudad del Turia en comparación con otras capitales, ven una oportunidad de rentabilidad en el alquiler, lo que aumenta la demanda y, en consecuencia, los precios, tanto de compra como de arrendamiento.
Para quienes buscan una vivienda como primera residencia, este mercado tan activo plantea el desafío de tener que competir con inversores, ya sean particulares o fondos de inversión, muchos españoles pero en su mayoría extranjeros, para los cuales (con sus sueldos, jubilaciones y/o capacidad financiera) los precios de aquí no son un problema.
A pesar de esta situación, las cuotas hipotecarias pueden ser menores que el alquiler mensual, para quien busque comprar para vivir. Sin embargo, los precios actuales ya no son los de antes, y con el dinero que hubiera invertido hace unos años, un joven de treinta y tantos ya no se compra en la actualidad ni la misma vivienda ni mucho menos en los mismos barrios.
CUESTIÓN DE OFERTA Y DEMANDA
Bien sabido es que los precios se rigen por la oferta y la demanda.
La poca oferta, que se explica desde 2007-2008. En aquel entonces, no hay prácticamente transacciones inmobiliarias y no se cree necesario planificar nuevas viviendas. Por otro lado la subida de los alquileres hace que nadie quiera vender al doblarse casi las rentas que producen esos inmuebles.
Y la demanda
por las nubes, nacional (que es la que se queda fuera por los salarios) e internacional.
Construir 1.000 viviendas más al año no es una mala medida para intentar estabilizar los precios, ni mucho menos, pero me temo que no solucionará el problema de acceso a la primera vivienda si lo que sale al mercado es comprado mayoritariamente por migración o inversión internacional.
Cuando la demanda baje si que se notará en los precios. Como aquí se vive también (días de sol, gastronomía, mar, servicios, ocio, cultura...) no creo que la demanda como primera residencia baje. La orientada a la inversión, sí que se reducirá en algún momento. Pero ¿Cómo o que la reducirá? El euribor al 4% no lo ha conseguido ¿Lo hará el famoso mercado que se regula solo o tendrá que ser una nueva regulación?
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